La gestión de la Tesorería se encuentra inmersa en un proceso de cambio significativo, donde la automatización de ciertas tareas, ha permitido avanzar hacia una mayor digitalización, y como “consecuencia” de esta, tender a potenciar el nivel de liquidez en las organizaciones y reducir parte de sus costes operativos.
Automatizar toda tarea manual y repetitiva en el tiempo, representa el primer hito a conseguir, lo que permite poder construir una tesorería “digital” mucho más ágil y fácilmente adaptable a los cambios de su entorno, en un escenario donde la volatilidad se ha convertido en algo permanente.
A la vez, el poder disponer de plataformas digitales específicas de tesorería, que permiten conectarse de forma directa con el ERP de la compañía y con las entidades financieras con las que opera, ha permitido eliminar no solo retrasos innecesarios, sino también minimizar errores humanos propios de cualquier proceso manual, lo que se traduce en una mayor productividad para el área.
Lo positivo es que cada vez es mayor el número de opciones disponibles orientadas a una gestión integral de la tesorería, las cuales se adaptan fácilmente a las necesidades que puedan tener cualquier tipo de empresa, sin importar su tamaño o el sector al que pertenezca.
El disponer de posiciones en “tiempo real” como así también contar con previsiones fiables sobre futuros movimientos de flujos, permite optimizar el capital circulante de la empresa, al disponer de una mayor visibilidad sobre próximos pagos, cobros o movimientos relevantes de inventario.
De esta manera, de una forma relativamente sencilla, se puede contar con información de valor, facilitando la así renegociación de condiciones con proveedores, acelerando el “ciclo de vida” de las cuentas por cobrar o bien la redistribución de saldos ociosos.
A la vez, permite anticiparse a los “tiempos turbulentos” que, previstos o no, se producen durante el transcurso de cualquier ciclo económico, y así reducir sus potenciales riesgos, algo que resulta crítico, debido a que las sorpresas, representan el “peor enemigo” en la gestión de cualquier tesorería.
La interrelación de todas estas ventajas, posibilita la liberación de liquidez, o mejor dicho, una generación y gestión mucho más eficiente en el tiempo, de los flujos de fondos de cualquier compañía.
Otro gran beneficio que proporciona la digitalización de la tesorería no deja de ser la reducción directa de los costes operativos.
En verdad, se trata de una consecuencia directa del reemplazo de tareas rutinarias, como ser las conciliaciones bancarias, la emisión de remesas de pagos o cobros, entre otros ejemplos más.
Del mismo modo, la automatización aporta transparencia y trazabilidad en cada una de las transacciones a realizar, donde cada movimiento queda registrado y es fácilmente rastreable (y auditable), lo que simplifica de forma significativa, los procesos de control interno y el cumplimiento normativo, algo que es valorado, tanto por los auditores como por el área de compliance.
Asimismo, es posible programar alertas de negocio, como también la monitorización continúa de los indicadores claves ligados a la gestión de la caja de la compañía, como por ejemplo puede ser, el ciclo de conversión en efectivo o bien la rotación de inventarios.
De esta manera, se pueden identificar anticipadamente, las desviaciones que se van produciendo y adoptar las medidas correctoras que correspondan.
Ahora bien, el mayor reto actual en este proceso de transformación tecnológica, no deja de ser el poder disponer de datos de calidad, que puedan convertirse, mediante el uso de analítica avanzada, en información de valor para la toma de decisiones.
Por otro lado, la irrupción de nuevas tecnologías, como lo es la inteligencia artificial, facilita el análisis de grandes volúmenes de datos, permitiendo detectar patrones, que sirven para predecir futuros comportamientos, lo que optimiza aún más la gestión de la liquidez que puede disponer una compañía.
Pero más importante que el cambio que provoca la tecnología, es el que deben de llevar a cabo las personas, incorporando nuevas competencias, donde poseer un dominio de la contabilidad o bien de la gestión bancaria tradicional, pasa a ser algo necesario pero no suficiente, debiendo adquirir nuevos conocimientos en el análisis de datos, gestión de riesgos digitales, nuevas tecnologías...
En otras palabras, lo que en el pasado era un área “invisible”, hoy se ha convertido en una pieza clave para mantener la liquidez, contener costes, reducir los riesgos potenciales y así poder orientarse hacia el logro de un crecimiento sostenible para cualquier compañía.
No nos debemos de olvidar, que no hay empresa que pueda sobrevivir en el tiempo sin un nivel adecuado de liquidez, el cual representa el “oxígeno” que necesita para mantenerse viva, porque de lo que no hay duda alguna es que: “caja siempre manda!!!”.